Nota: Algunas imágenes tienen contenido gráfico.
Este proyecto fue creado por Eleonora Ghioldi, describiendo su experiencia a lo largo de su tratamiento de cáncer de mama. Para más proyectos de Eleonora, visita sus redes sociales.
"We have been sad long enough to make this earth either weep or grow fertile."
– Audre Lorde, The Cancer Journals



"El cáncer de mama es la primera causa de muerte por tumores en mujeres, provocando 685,000 muertes por año en el mundo", leo.
"En Argentina se calcula que 1 de cada 8 mujeres que hayan alcanzado la edad de 80 años habrá desarrollado la enfermedad en algún momento de su vida." La cifra impacta, pero sigue siendo solo un dato más comparada con transitar la enfermedad en el cuerpo.

Tuve cáncer, sí. Me cuesta todavía describir cómo se siente.

De pronto, el mundo tiene fecha de vencimiento. Los primeros avances. El retroceso. El miedo de no estar para mis hijos. Mirar al pasado, conectar a través del tiempo con las que alguna vez nos precedieron en este dolor.





Conectar – (re)conectar – con el cuerpo. Mirarse al espejo, encontrarse en las cicatrices (o no). La medicina occidental en general y la oncológica específicamente, muchas veces se convierten en trayectos laberínticos para la mayoría de las personas. Eso afecta directamente a las decisiones sobre nuestros cuerpos y deseos.

La palabra del médico (así en masculino) se vuelve única e indescifrable. La corporación médica, complaciente con los mandatos patriarcales, apurando para que todo vuelva a hacer como antes, para borrar los vacíos y las marcas, para volver el cuerpo a la senda del deseo hegemónico. Hay un manto de silencio, a veces con un gesto de lástima otras veces con el tabú del cáncer. El "que no se note" se vuelve presión sobre los cuerpos que reciben tratamiento oncológico, muchas veces poniendo el foco en mandatos de belleza que tienen poco que ver con la salud.

También está la lucha que es lo que siempre nos da sentido frente a tanto dolor. Cuando hablamos de prevención de cáncer de mamas, hablamos de poder tocarnos, de saber cómo, de romper con ese mandato que nos imponen desde la infancia que dice que las nenas no se tocan , que eso está mal. La prevención también es autonomía sobre el propio cuerpo

No hay dos caminos iguales con el cáncer, es distinto para cada mujer. Este fue el mío. Mi cable a tierra fue la fotografía. Cada momento en el hospital tenía el propósito de ser documentado. Imágenes clandestinas, robadas. Que no deberían existir, como mi cáncer, pero que existen, están, son reales.

El cáncer me cambió la vida, la fotografía me la salvó.
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